Sentada sobre la roca, en aquella playa que tan buenos momentos le dieron, contempla el horizonte, mientras sus pensamientos se van difuminando entre las nubes que amenazan tormenta, su mente poco a poco vuelve aquellos días en que fue enormemente feliz...
Tiene 15 años, esta de vacaciones con su familia y lo mira todo con curiosidad fruto de la novedad de no haber estado allí jamas, paisajes de ensueño, gente diferente a lo que conocía hasta ese momento, todo le llamaba la atención todo le soltaba una exclamación de sorpresa y de admiración.
Esa mañana estaba en la playa con sus hermanas y con unos amigos que se habían añadido a esa partida de pelota disfrutando como niños que eran, sus padres aprovechaban el momento para tomar algo en un bar que había cerca del puesto de socorristas, sin querer paso a su lado un chico que le dio semejante empujón que cayó sobre la arena lanzando un improperio. El le miró y sonriendo le ayudo a levantarse, sus miradas se cruzaron y con un gesto de incomodidad le recriminó su comportamiento, se disculpo timidamente y a grandes zancadas se perdió entre las olas.
Sus amigos la miraron divertidos riéndose de la cara que se le había quedado del empujón recibido y lanzándole la pelota todo quedo en una mera anécdota.
Sus amigos la miraron divertidos riéndose de la cara que se le había quedado del empujón recibido y lanzándole la pelota todo quedo en una mera anécdota.
El mar estaba bastante revuelto pero no le presto la mínima atención pues después de tanto juego estaba sofocada y necesitaba refrescarse, así que no hizo el menor caso cuando le dijeron que había bandera roja y era peligroso meterse en el mar. Corriendo se lanzó a las embravecidas olas sin pensar ni un solo instante que estaba poniéndose en grave peligro, a lo que se dio cuenta estaba en medio de un remolino de espuma que no le dejaba subir a la superficie y el pánico se apoderó de ella, movía los brazos nerviosamente, respirando cuando podía subir la cabeza sobre las revoltosas olas, no podía pedir ayuda porque el pánico le impedía articular palabra, solo quería salir de allí, volver a la orilla y respirar, respirar, eso era lo que quería por encima de todo...
De pronto noto como una mano le agarraba fuertemente instándole a subir hacia la superficie, unos brazos la elevaban sobre las olas arrastrándola hacia la orilla, podía respirar y eso era lo que le importaba, se agarro con desesperación, con las pocas fuerzas que le quedaban, pero una voz que jamas olvidara le insto a que se dejase llevar o conseguiría que se ahogasen los dos.
Ella aflojó la fuerza y cerrando los ojos se dejo llevar tal fue la seguridad que noto en esa voz.
Ella aflojó la fuerza y cerrando los ojos se dejo llevar tal fue la seguridad que noto en esa voz.
Cuando llegaron a la orilla la cogió en sus brazos y depositándola sobre la arena la miro con el ceño fruncido mezcla de enfado y de alivio, sonriendo de una manera que le ruborizo a pesar del momento tan delicado que era.
- ¿Estas bien?.- le preguntó.
Como pudo movió la cabeza afirmativamente tosiendo a raíz del picor que el agua de mar le estaba produciendo en la garganta.
Al momento su familia y amigos que habían sido testigos de todo le trajeron una botella de agua y le abrazaron efusivamente, dando las gracias a su salvador.
- No vuelvas a meterte al agua sin mirar antes como esta el mar, es muy peligroso, hay corrientes subterráneas que sino te das cuenta te atraen al interior, has tenido suerte que te viera porque si nadie se hubiera dado cuenta ahora podrías estar sabe Dios donde.
-Gracias de nuevo, he pasado unos momentos de terror...
Se incorporo de su lado y cogiéndole de la mano la ayudo a levantarse, sus cuerpos se quedaron uno frente al otro, notaba su calor, su aliento estaba a unos milímetros de su boca y el nerviosismo volvió a ella... sus ojos... marrones, la miraban fijamente, sus labios se abrían en una mueca entre risueña y pícara y las piernas le temblaron, creía que iba a caerse pero él no lo iba a consentir, le agarró de la cintura y le ayudo a sentarse sobre una gran roca que había en la orilla.
-¿Estas mejor?.- le preguntó.
- Si, gracias.
- Pues no lo parece, en cualquier momento vas a derrumbarte, vamos al puesto de socorro y que te echen un vistazo.
Se dejo llevar pues quería que ese instante no terminase nunca.
- ¿Como te llamas?.- Le pregunto
- Me llamo Francisco, ¿y tú?
- Yo soy Lidia
Se estrecharon las manos mirándose a los ojos, sintiendo la profundidad de sus miradas, sabiendo que desde ese mismo instante el destino los iba a unir... por lo menos, ese verano.
Se estrecharon las manos mirándose a los ojos, sintiendo la profundidad de sus miradas, sabiendo que desde ese mismo instante el destino los iba a unir... por lo menos, ese verano.
Después de la visita al puesto de socorro cada uno tomó su camino despidiéndose con un beso de agradecimiento.
Ella siguió con sus amigos y el desapareció entre la gente quedando ese breve encuentro en una anécdota que pudo acabar en tragedia por la inconsciencia de la joven.
Llegada la hora de comer la muchacha se despidió de sus amigos y junto a su familia decidió comer algo en el chiringuito que había junto al puesto de socorro.
La sorpresa que tuvo al ver que el chico que les iba a tomar nota era el joven que la había salvado esa mañana y lo miro sonriendo.
- Espero que no vuelvas a ponerte en peligro, ¡eh!
- No te preocupes he aprendido la lección.
- ¿Que vais a tomar?
Cada uno fue pidiendo y al rato volvió con lo solicitado, los dejo solos y siguió con sus queaceres hasta que terminaron de comer, la gente se fue marchando a la playa y su familia hizo lo mismo quedandose los dos solos.
Como no había gente el muchacho se sentó junto a ella con un café al que la invito y comenzaron una amigable charla.
Les parecía que el tiempo se había detenido de lo a gusto que estaban, que no había nadie con ellos, que estaban solos con el mar al fondo.
Como tenía que recoger todo le dijo que lo esperase en la playa que si quería luego podrían seguir hablando.
Ella estuvo de acuerdo, se fue con su familia a los que le dijo que se quedaría por allí hasta que anocheciera que el joven la acompañaría a casa.
Siendo que la había salvado sus padres no pusieron ningún reparo y cuando llegó la hora se marcharon despidiendose de los muchachos.
Ya casi no quedaba nadie en la playa, el sol iba desapareciendo en el horizonte y el mar antes bravío se había quedado totalmente calmado.
Se sentaron en la arena, junto a la orilla escuchando solo el sonido de las olas al romper en la orilla, estaban juntos casi rozandose sus brazos sumidos en sus mas profundos pensamientos, ninguno de los dos decía nada solo guardaban silencio disfrutando del momento que ninguno de los dos quería que terminase nunca.
- Tendremos que irnos, se esta haciendo de noche.
- Tienes razón, pero me da pena, ha sido un día magnifico.
Se levantó dándole la mano para que se incorporase quedando sus cuerpos pegados, el rubor subió a las mejillas de ambos mientras sus ojos se miraban directamente perdiéndose en el interior uno del otro, sus manos se entrelazaron, notaban su respiración que se iba acelerando por momentos mientras un deseo incontenible se estaba apoderando de los dos.
No necesitaron palabras, los dos deseaban lo mismo querían notar lo que sentirían al unir sus labios por primera vez, ella rodeo con sus brazos el cuello de él mientras los brazos del joven la atraían hacía él tomándola por la cintura.
Fue un beso suave, tímido, cálido, lleno de ternura, un beso lleno de promesas, de deseos profundos, un beso que revolucionó todos sus sentidos, que aceleró sus corazones que parecían querer salirse del pecho, se abrazaron timidamente notando el sabor uno del otro, no querían separarse, querían que ese instante no terminase nunca, que el mundo se detuviera...
Abrazados siguieron durante muchos minutos hasta que la noche cubrió por completo la playa, el amor había nacido con toda su intensidad, con toda su pureza a sus 15 años de edad.
Sabían que tenían que irse pero no querían separarse, se acababan de encontrar y querían permanecer así, aislados del mundo por toda la eternidad, pero estaban en el mundo real y tenían que volver junto a los demás, no estaban solos y la vida seguía.
Cuando por la noche se separaron en el portal de la casa de ella se prometieron seguir juntos pasase lo que pasase aunque la distancia los separase algún día se volverían a encontrar y no se separarían jamas.
Los días fueron transcurriendo demasiado deprisa, tanto que a lo que se dio cuenta había terminado el verano y tenía que marcharse, volver a la rutina, volver a su ciudad que estaba a 800km. de distancia.
Prometieron escribirse, estar en contacto, seguir en comunicación hasta el verano siguiente que
ella volvería... o eso creía.
En su retina quedaron esos días inolvidables de ternura, de amistad, de besos furtivos, de miradas interminables, de promesas...
Volvieron a la rutina, al día a día, con sus estudios, con sus amistades, manteniendo el contacto tanto por carta como por teléfono. Así poco a poco pasaron días, meses y seguían sintiendo ese amor que nació en una playa, él la llamaba todos los días, le dedicaba canciones, le enviaba postales, discos, palabras de amor, ella igual, esperaban con ansiedad que volviera a llegar el verano para poder verse, para reencontrarse.
Pero no fue así, llegó el verano y no pudieron encontrarse ni él podía ir ni ella tampoco y las cartas se fueron distanciando, empezaron los reproches por no poder verse y lentamente el fuego se fue apagando irremediablemente.
Las llamadas se fueron haciendo cada vez mas distantes, mas frías hasta que un día estas ya no llegaron y cada uno retomó su vida lejos uno del otro.
Los años se fueron sucediendo uno detrás de otro, cada uno busco su propio destino, en el recuerdo quedaron esos días inolvidables, esos días que cada vez parecían mas lejanos aunque en sus mentes algo estaba inacabado, era como si tuvieran algo pendiente sobretodo saber el porque todo había terminado.
La casualidad hizo que los avances de las nuevas tecnologías que habían sustituido a la comunicación por carta los volviera a poner en contacto y que esa conversación inacabada del pasado pudiera retomarse.
- ¿No te llamaras Francisco?.- le pregunto ella con un nudo en la garganta.
- Pues si.... y tú... ¿eres?
- Soy Lidia... no me puedo creer que seas tu.
- ¿Cuanto tiempo ha pasado?.- le preguntó él después de un instante de silencio.
- Demasiado...¿Qué ha sido de tu vida?.- le dijo ella.
Comenzaron una larga conversación entre ambos a través del ordenador que era quien les había puesto en contacto después de tantos años sin saber uno del otro.
Se fueron poniendo al día cada vez más contentos de haberse reencontrado y no creyéndoselo aún.
Se enviaron fotos actuales de cuanto habían cambiado de lo que había sido su vida, de porque habían perdido toda comunicación y se prometieron no volverse a distanciar...
Sabían que no podían retomar lo que dejaron pero querían ser amigos, querían por lo menos tener esa relación por lo que fue y que tal vez, solo tal vez no volvería a ser...
Ella siguió con sus amigos y el desapareció entre la gente quedando ese breve encuentro en una anécdota que pudo acabar en tragedia por la inconsciencia de la joven.
Llegada la hora de comer la muchacha se despidió de sus amigos y junto a su familia decidió comer algo en el chiringuito que había junto al puesto de socorro.
La sorpresa que tuvo al ver que el chico que les iba a tomar nota era el joven que la había salvado esa mañana y lo miro sonriendo.
- Espero que no vuelvas a ponerte en peligro, ¡eh!
- No te preocupes he aprendido la lección.
- ¿Que vais a tomar?
Cada uno fue pidiendo y al rato volvió con lo solicitado, los dejo solos y siguió con sus queaceres hasta que terminaron de comer, la gente se fue marchando a la playa y su familia hizo lo mismo quedandose los dos solos.
Como no había gente el muchacho se sentó junto a ella con un café al que la invito y comenzaron una amigable charla.
Les parecía que el tiempo se había detenido de lo a gusto que estaban, que no había nadie con ellos, que estaban solos con el mar al fondo.
Como tenía que recoger todo le dijo que lo esperase en la playa que si quería luego podrían seguir hablando.
Ella estuvo de acuerdo, se fue con su familia a los que le dijo que se quedaría por allí hasta que anocheciera que el joven la acompañaría a casa.
Siendo que la había salvado sus padres no pusieron ningún reparo y cuando llegó la hora se marcharon despidiendose de los muchachos.
Ya casi no quedaba nadie en la playa, el sol iba desapareciendo en el horizonte y el mar antes bravío se había quedado totalmente calmado.
Se sentaron en la arena, junto a la orilla escuchando solo el sonido de las olas al romper en la orilla, estaban juntos casi rozandose sus brazos sumidos en sus mas profundos pensamientos, ninguno de los dos decía nada solo guardaban silencio disfrutando del momento que ninguno de los dos quería que terminase nunca.
- Tendremos que irnos, se esta haciendo de noche.
- Tienes razón, pero me da pena, ha sido un día magnifico.
Se levantó dándole la mano para que se incorporase quedando sus cuerpos pegados, el rubor subió a las mejillas de ambos mientras sus ojos se miraban directamente perdiéndose en el interior uno del otro, sus manos se entrelazaron, notaban su respiración que se iba acelerando por momentos mientras un deseo incontenible se estaba apoderando de los dos.
No necesitaron palabras, los dos deseaban lo mismo querían notar lo que sentirían al unir sus labios por primera vez, ella rodeo con sus brazos el cuello de él mientras los brazos del joven la atraían hacía él tomándola por la cintura.
Fue un beso suave, tímido, cálido, lleno de ternura, un beso lleno de promesas, de deseos profundos, un beso que revolucionó todos sus sentidos, que aceleró sus corazones que parecían querer salirse del pecho, se abrazaron timidamente notando el sabor uno del otro, no querían separarse, querían que ese instante no terminase nunca, que el mundo se detuviera...
Abrazados siguieron durante muchos minutos hasta que la noche cubrió por completo la playa, el amor había nacido con toda su intensidad, con toda su pureza a sus 15 años de edad.
Sabían que tenían que irse pero no querían separarse, se acababan de encontrar y querían permanecer así, aislados del mundo por toda la eternidad, pero estaban en el mundo real y tenían que volver junto a los demás, no estaban solos y la vida seguía.
Cuando por la noche se separaron en el portal de la casa de ella se prometieron seguir juntos pasase lo que pasase aunque la distancia los separase algún día se volverían a encontrar y no se separarían jamas.
Los días fueron transcurriendo demasiado deprisa, tanto que a lo que se dio cuenta había terminado el verano y tenía que marcharse, volver a la rutina, volver a su ciudad que estaba a 800km. de distancia.
Prometieron escribirse, estar en contacto, seguir en comunicación hasta el verano siguiente que
ella volvería... o eso creía.
En su retina quedaron esos días inolvidables de ternura, de amistad, de besos furtivos, de miradas interminables, de promesas...
Volvieron a la rutina, al día a día, con sus estudios, con sus amistades, manteniendo el contacto tanto por carta como por teléfono. Así poco a poco pasaron días, meses y seguían sintiendo ese amor que nació en una playa, él la llamaba todos los días, le dedicaba canciones, le enviaba postales, discos, palabras de amor, ella igual, esperaban con ansiedad que volviera a llegar el verano para poder verse, para reencontrarse.
Pero no fue así, llegó el verano y no pudieron encontrarse ni él podía ir ni ella tampoco y las cartas se fueron distanciando, empezaron los reproches por no poder verse y lentamente el fuego se fue apagando irremediablemente.
Las llamadas se fueron haciendo cada vez mas distantes, mas frías hasta que un día estas ya no llegaron y cada uno retomó su vida lejos uno del otro.
Los años se fueron sucediendo uno detrás de otro, cada uno busco su propio destino, en el recuerdo quedaron esos días inolvidables, esos días que cada vez parecían mas lejanos aunque en sus mentes algo estaba inacabado, era como si tuvieran algo pendiente sobretodo saber el porque todo había terminado.
La casualidad hizo que los avances de las nuevas tecnologías que habían sustituido a la comunicación por carta los volviera a poner en contacto y que esa conversación inacabada del pasado pudiera retomarse.
- ¿No te llamaras Francisco?.- le pregunto ella con un nudo en la garganta.
- Pues si.... y tú... ¿eres?
- Soy Lidia... no me puedo creer que seas tu.
- ¿Cuanto tiempo ha pasado?.- le preguntó él después de un instante de silencio.
- Demasiado...¿Qué ha sido de tu vida?.- le dijo ella.
Comenzaron una larga conversación entre ambos a través del ordenador que era quien les había puesto en contacto después de tantos años sin saber uno del otro.
Se fueron poniendo al día cada vez más contentos de haberse reencontrado y no creyéndoselo aún.
Se enviaron fotos actuales de cuanto habían cambiado de lo que había sido su vida, de porque habían perdido toda comunicación y se prometieron no volverse a distanciar...
Sabían que no podían retomar lo que dejaron pero querían ser amigos, querían por lo menos tener esa relación por lo que fue y que tal vez, solo tal vez no volvería a ser...
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